Juan Pablo II en la Exhortación Apostólica Post-Sinodal Vita Consecrata, dirigiéndose a los religiosos y religiosas afirma: “vosotros no solamente tenéis una historia gloriosa para recordar y contar, sinouna gran historia que construir. Poned los ojos en el futuro, hacia el que el Espíritu os impulsa para seguir haciendo con vosotros grandes cosas”. (Vita Consecrata, n. 110). El carisma lasaliano, don de Dios a la Iglesia, a través de la persona de San Juan Bautista de La Salle, tiene un recorrido histórico de más de 300 años. Su finalidad es procurar educación humana y cristiana a los jóvenes, especialmente a los pobres, según el ministerio que la Iglesia le confía (Regla revisada, n. 3). Con la dedicación de Hermanos y Seglares, hemos servido al Señor, muchas veces en medio de grandes dificultades, educando y evangelizando a los jóvenes.
En la segunda mitad del siglo XIX empezaron a llegar a América Latina y el Caribe los primeros Hermanos de La Salle. Vinieron con la riqueza de su quehacer educativo ocupándose de la educación básica, profesional, formación docente, desarrollando las ciencias, catequesis, en fin, formando generaciones y generaciones de jóvenes, a través de una educación de calidad, han contribuido de forma significativa en la transformación cultural, social, económica y política de nuestros países. Lograron situarse en las periferias y fronteras del continente, donde con mucha creatividad y dedicación fueron signos de esperanza a través de la misión educativa.
En sintonía con el 39º Capítulo General (1966-67) nacen nuevos dinamismos apostólicos en los Distritos de la Región. Con el Instituto hemos participado del proceso de redescubrimiento del Fundador. En sintonía con la lectura latinoamericana del Concilio Vaticano, realizada a través de la Conferencia de Medellín, hemos redescubierto el servicio educativo de los pobres como elemento constitutivo de nuestro carisma fundacional, enriquecido por las aportaciones de la Teología de la Liberación y de la Conferencia Latinoamericana de Religiosos (CLAR). Los lasallistas de América Latina y del Caribe se organizan como Región. Nace la RELAL. A través de las Asambleas de Misión, de la Conferencia Regional de Visitadores y de otras iniciativas se fue configurando el horizonte regional de Misión, donde el PERLA, ocupa un lugar central. Las innumerables iniciativas nacidas a partir de la dinámica regional configuraron la unidad en la diversidad, en respuesta a necesidades y urgencias de los niños, jóvenes y adultos de un continente marcado por la desigualdad social.
Como lasallistas participamos, a través de nuestra vida y misión, de las luces y sombras del continente. Ayer como hoy nos toca ser un signo de esperanza “para” y “con” los pobres y excluidos. Inspirándonos en el itinerario del Santo Fundador y de los primeros Hermanos, somos llamados a poner los ojos en el futuro, dejándonos conducir por el Dios de la vida, a caminar de compromiso en compromiso, con la finalidad de responder con fidelidad y creatividad a las necesidades y urgencias de los niños, jóvenes y adultos de hoy. La tarea de continuar a responder con fidelidad creativa a los dinamismos del carisma lasallista compete hoy a nosotros. La Conferencia Regional de Visitadores tiene una importante función de liderazgo, considerando los nuevos escenarios y mirando hacia el futuro con esperanza, en desarrollar nuevas dinámicas de asociación, promover la interdependencia y configurar nuevas estructuras de animación.
La Conferencia Regional de Visitadores cumplirá su misión en la Región y en el Instituto a través de una estructura sencilla, eficiente y eficaz, atenta a los nuevos escenarios y sujetos emergentes, configurando iniciativas que nos permitan ser parte, a ejemplo del Santo Fundador y de los primeros Hermanos, de la obra de Dios en América Latina y el Caribe.